'Algunos fieles sordos no sabían que en la misa el pan se convierte en el cuerpo de Cristo'
El padre Ángel Santamaría celebra la boda de una pareja de sordos.
CLARICE COUTO
MADRID.- Cuando el párroco Angel Santamaría Balaguer terminó de celebrar la primera misa de su vida en el pueblo de Losa del Obispo, se dio cuenta de que su padre y su madre, sordomudos, no se habían enterado de una sola frase de lo que había dicho.
No sólo ellos, sino muchos amigos de la familia, integrante de asociaciones de sordos de Valencia. Entonces, bajó del púlpito, reunió a los que no habían comprendido nada y les resumió la homilía en el lenguaje de signos.
Terminada la explicación, escuchó comentarios casi inconcebibles para un seguidor de la fe católica, si no fuera por el hecho de que venían de discapacitados auditivos. "No sabíamos que durante la misa el pan se convierte en el cuerpo de Cristo y el vino en su sangre", 'decían' estupefactos sus compañeros. "Era como sacarles de una prisión", cuenta Santamaría.
Desde entonces, empezó a ir una vez a la semana a la parroquia de Valencia, donde celebraba los domingos misas especiales para los sordos. No tardó mucho hasta que los que poco a poco supieron de aquella iniciativa pionera fueron a hablar con el Arzobispo de Valencia. Querían que destinara a aquel cura a aquella parroquia, donde atendiera a más fieles. Y se fue, en 1990, donde ha estado hasta hoy.
Todo indicaba que este religioso, que lleva a un ángel en el nombre y a la madre de Cristo en el apellido, estaba predestinado a cuidar de un rebaño muy especial. En la Parroquia de Santo Tomás Apóstol, los pocos pero presentes devotos sordomodos encuentran una versión en lenguaje de signos para cada sacramento. A lo largo de los últimos 19 años, Santamaría ha logrado reunir a cerca de 20 personas 'graduadas' en esta lengua, que le ayudan en varias tareas: en las clases de catequesis para los niños, en los cursillos prematrimoniales, en comuniones, confirmaciones y hasta en las bodas.
En las misas, el propio Santamaría recurre a la comunicación por señales mientras lee el evangelio del día, ayudado por otras cinco personas capacitadas para expresarse con las manos y distribuidas en podios laterales en la iglesia. En este templo, el porcentaje de sordos es pequeño —20 frente a los 300 fieles sin discapacidad—, pero el cura pone todo su empeño en mantenerles conectados con Dios.
Los feligreses sordomodos tampoco están excluidos de la comunicación con el 'altísimo' por medio de la confesión, ya que al padre Ángel pueden contarle sus penas y recibir las penitencias sin necesidad de palabras. "Son personas que en general viven sin saber expresarse de manera adecuada, sobre todo cuando se trata de un sentimiento de culpa. Es importante sacarlo fuera, y esto es muy gratificante para un sacerdote", confiesa.
Los servicios no acaban ahí. Todos los viernes, los interesados en aprender la lengua de signos pueden participar en los cursos de nivel básico y avanzado. Sí, hay niveles. Los que no tienen absolutamente ningún conocimiento de este 'idioma' tardan aproximadamente dos años en dominarlo. Del segundo año en adelante, no hay plazo para terminar el aprendizaje. En esta clase, los sordos aprenden el lenguaje escrito, una de las grandes dificultades para este colectivo, mientras los oyentes desarrollan más su habilidad para utilizar los signos.
El primero en España
En España, Santamaría fue el pionero en establecer este tipo de comunicación entre la Iglesia y los sordos pero, afortunadamente, ya no es el único. Otros curas también llevan a cabo semejante trabajo en Barcelona, Oviedo, Granada, Bilbao, Tenerife, Sevilla y Madrid. Recorren con sus coches los pueblos cercanos a estas ciudades. Pero esta preocupación es todavía bastante incipiente. "Es más facil mencionar las localidades donde estamos presentes que aquellas en las que no hay nadie con estas características. No somos más que 10 en todo el país", lamenta.
Por parte de la Iglesia tampoco hay preocupación en formar más 'mensajeros de Dios' capaces de hablar con los sordomudos. Los que lo hacen, según este sacerdote, tienen también cerca de ellos algún pariente o conocido que vive esta realidad. "La Iglesia se ha preocupado siempre en enseñarles a hablar, leer, escribir, pero nunca se ha adaptado para que pudieran asistir y comprender una misa o su matrimonio", revela.
En Valencia, las misas adaptadas se celebran los domingos. "Hago todo lo que puedo. En los últimos 10 años las cosas han mejorado, y eso se debe tanto a que los sordos cada vez se hacen notar más, como al trabajo de los sacerdotes que nos dedicamos a ellos".
Fuente: El Mundo
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